Monday, November 26, 2007

La Nación y el rock

Miré hacia el cielo intentando vislumbrar la punta de aquel edificio modernisimo (el reflejo del sol en los infinitos espejos que envolvían la estructura, me lastimó los ojos y me hizo murmurar más de una putiada). Desde el Luna Park había caminado una cuadra, había cruzado la plaza, había visto el edificio y le había preguntado a dos gordos asquerosos (ambos con cigarrillos en las manos) si aquel vidrio gigante era el edificio de La Nación. Los gordos no me miraron, uno asintió. Ni siquiera la agradecí. Unos cinco escalones de vidrio, una recepción luminosa. La chica de la recepción es más fea que los dos gordos juntos, pero sonríe y con eso se gana un poco de mi aprecio. Hola, le digo, tengo una entrevista con Cesar Pradines, me llamo Ignacio Hutin. Me permitís tu documento, por favor, me dice la fea a modo de devolución tenística. Le digo que no lo tengo, que no sabía que tenía que llevarlo. La fea sonríe aún más, me pregunta el número, me saca una foto, me dice que espere en uno de esos sillones modernosos frente a una fuente, bajo una luz pura que me remite a una de esas ciudad futuristas de las que habla Asimov (o George Lucas, ¿por qué no?). Tom Wolfe y su Charlotte Simmons me hacen compañía en los largos minutos que espero a que el crítico musical baje a buscarme. Por fin lo veo, me acompaña a unos molinetes donde una chica me entrega una tarjeta roja con un rotulo que reza "visitas". La chica me revisa la mochila y me deja pasar. El ascensor es enorme y desde una pantalla de LCD, la agencia Telam me anuncia que Ramón Díaz se queda en San Lorenzo y que River Plate sigue sin técnico. No podría importarme menos.
Bajamos en el quinto piso (una voz femenina anuncia "quinto piso" por si algún idiota no ve la pantallita que brinda la misma información), Pradines le anuncia a un hombre de seguridad que lo estoy acompañando, pasa su tarjeta por un lector y abre una pesada puerta de madera (la guarida de James Bond está en Buenos Aires, a una cuadra del Luna Park). Del otro lado, miles de computadoras, ruidos de teclas, un ventanal enorme con vista al río. Me guía hasta un viejo sillón y me dice que aguarde que tiene que terminar una nota. Y buen. Me siento y recurro a la compañía de Wolfe y Simmons. Los que atraviesan el pasillo me miran por apenas un segundo preguntándose "¿y este pendejo que mierda hace acá?". Uno solo (un viejo canoso con cara de buen tipo) me pregunta si me atendieron. Le digo que sí, gracias. Se aleja por el mismo pasillo.
Cuando vuleve Pradines me acompaña por aquel pasillo (De la Rúa me mira desde una foto en la que aparece dando un discurso en segundo plano, mientras que por delante suyo un nene bosteza) hasta una pequeña salita sin ventanas, apenas una mesa con cuatro sillas viejas.
"Cromagnon todavía no está metabolizado. El resultado de la tragedia no fue de reclamo ni de violencia, sino más bien generó una actitud de alejamiento. Los grupos buscaron desligarse completamente. Por eso no hay nadie que escriba canciones sobre eso. Además Cromagnon tuvo que ver con el manejo de una industria y esa misma industria no va a permitir que se denuncie lo que pasaba. Todos lo saben, pero no pueden hablar." Dice que aborrece a Callejeros.
Le pregunto sobre el rock en la actualidad y me da una de las respuestas más útiles para mi investigación: "el rock ya dio todo lo que podía dar durante los 60, hoy solo sobrevive repitiéndose a si mismo"
Le hablo de los Rolling Stones, de la diferencia entre Sympathy for the devil y Emotional Rescue. Está de acuerdo conmigo, el contexto los manipuló y se tiraron por una opción más lucrativa. Sonrío. Me habla de creamfields (no sé si van a escuchar música), de los festivales (es una opción interesante), de charly (es un músico increíble que hoy está enfermo), de fito (no hizo nada decente despues del amor despues del amor), de spinetta (es de los mas original que hubo en este país), de pescado, de almendra, del jazz (lo mejor musicalmente en argentina no está en el rock, sino en el jazz y el folklore), de santaolalla (nunca fue muy creativo), del tango electrónico (es una chantada, un recurso barato para buscar nuevos públicos) y, finalmente, de las actuaciones en vivo: "Los músicos de ahora son incapaces de cambiar su repertorio en vivo, de alejarse del disco, es el modelo que les impone la discográfica. Si vas a un recital y el disco es bueno, la vas a pasar bien. Si el disco es malo te vas a aburrir.
Creo que ya estamos, le digo. Se levanta y me acompaña hasta el escensor. Me voy pensando que tengo dos páginas de información y menos de una semana para entregar el trabajo

1 comment:

MSR said...

Tuve dos entrevistas en edificios como el que describís y me hicieron sentir como que estaba entrando a la White House. Encima en uno me dieron una tarjetita que fallaba y estuve como 15 minutos tratando de pasar y el de seguridad me miraba con cara de "y bue" y yo lo miraba con cara de "y bue, las bolas! tengo una entrevista por hacer y su sistema de seguridad es una mierda". Sí, todo con una mirada